La guarda anterior es blanca. En la esquina inferior izquierda, se aprecia un corazón humano, desnudo, sin cuerpo que lo cobije, conectado a una extraña máquina de metal y madera, enraizada en la nada de ese blanco inmenso. De esa máquina, dos chimeneas expulsan partículas no identificadas.
Así es la primera aproximación que tenemos del libro escrito e ilustrado por Claudia Blin y editado por Claraboya Ediciones: El corazón en la montaña. Este libro tiene por protagonista a Luciana, una mujer joven que se ve impulsada por un misterioso llamado de la tierra a llegar a una montaña. Una vez allí, le es develado un secreto: ese monte alberga el corazón del mundo. Este corazón está enfermo, apenas latiendo, ha absorbido la contaminación generada por las personas de la ciudad ubicada a los pies de la montaña, y cada uno de los movimientos que realiza genera temblores en la tierra, como una señal de auxilio. Junto a Martín, un científico, Luciana decide intentar limpiar ese corazón y juntos construyen a partir de los desechos de un basural una máquina capaz de lograr aquello.

Este corazón del que se nos habla, se nos es representado como un corazón humano. La Tierra está viva, al igual que los seres que viven en ella y tiene un corazón igual al nuestro. Un corazón poco a poco expuesto a la intemperie, a causa de la desforestación y los incendios, que es necesario cubrir, así como también el corazón humano, guardado en la caja torácica. Y es que los paralelos entre la salud cardiovascular humana y esa Naturaleza son constantes en El corazón en la montaña. Al igual que este órgano atacado por el tabaquismo, la hipertensión o la diabetes, el corazón del mundo tiene la sangre espesa y su flujo avanza cada vez con más dificultad.
Y es que este libro, escrito en colaboración con el Núcleo Milenio en Resonancia Magnética Cardiovascular, Cardio MR, además de sensibilizar a los lectores al cuidado del medioambiente, busca acercar y difundir conocimientos sobre el funcionamiento y el cuidado del sistema cardiovascular humano.
El corazón en la montaña es un libro fundamentalmente sobre la unión y conexión entre el planeta Tierra, y los seres que lo habitan. Las y los citadinos se olvidaron de este vínculo y viven como si fuesen ajenos a la tierra, a los animales, a la biodiversidad y los ecosistemas pero la autora nos muestra aquí que es necesario recordar y tener presente que somos una parte del todo, que nada de lo que le ocurre a nuestro planeta es ajeno a nosotros y nosotras. Es un libro que nos entrega profundas reflexiones sobre nuestra forma de vivir y de producir, pero también sobre la vida en cautiverio, el trabajo cooperativo, el concepto de basura, la reutilización y la empatía con una sensibilidad extraordinaria. Las ilustraciones realizadas con diversas técnicas artísticas, fundamentalmente en colores cálidos, son muy evocadoras de sentido y excepcionalmente potentes en cuanto al mensaje no verbal que nos buscan transmitir.

Este libro no deja de evocarme recuerdos del año 2020, cuando buena parte de las y los habitantes del globo estaban bajo medidas estrictas de confinamiento, cuando paramos las máquinas a nivel mundial. En ese momento, se registraron mejoras significativas en la calidad del ambiente, en las tasas de contaminación, y hasta los animales recobraron por un momento parte del hábitat que se les ha sido despojado por la expansión constante de las ciudades. Y no dejo de preguntarme, ¿cuántos llamados de la naturaleza son necesarios para despertarnos? ¿cuántas advertencias harán falta para que cambiemos nuestra forma de producir, de consumir y de vivir?
Claudia Blin nos deja muchas preguntas pendientes pero también responde algunas junto a un mensaje profundamente esperanzador: después de la noche oscura, siempre habrá un nuevo y renovado amanecer.